Hola de nuevo, estoy tratando de ponerme al día con la actualización del Blog pero el disfrute va más rápido que mis manos y ganas de sentarme en la pc a contar. Falta poco para que vuelva y muchos de los relatos podré hacerlos personalmente pero creo que a esta altura me estoy sentando a escribir para dejar un registro escrito en algún lado de lo que estoy haciendo.
El próximo destino después de Bogotá, fue Salento, un pueblito de 9.000 habitantes en el Eje Cafetero colombiano. En realidad las ciudades más representativas de la región productora del mejor café del mundo son Armenia, Pereira y Manizales, pero intenté una semana seguida ir para allá y las lluvias y derrumbes en la carretera me lo impidieron. Luego de unos días entre amigos argentinos en la capital, decidimos con Gonzalo y Mariano salir para Salento. Yo no ten
ía muchas referencias de este pueblito pero fue un total acierto haber agarrado para allá!!!!
Salento es hermoso… está rodeado de montañas, las callecitas son tranquilas, con casas bajas pintadas de diferentes colores (un austriaco amigo lo llamó “el barrio de la Boca hecho pueblo”) y gente realmente
muy muy amable. Arribamos un lunes a la madrugada y en solamente 5 hs horas ya nos habían dado la más rápida demostración de hospitalidad que experimenté en todo el viaje.
A las 6 de la mañana nos bajamos en la plaza principal, y encaramos directo para un hostal que nos habían recomendado. La dueña lo estaba cerrando por unas semanas para viajar a otra ciudad pero antes de dejarnos en la calle para seguir buscando hospedaje, nos ofreció un desayuno riquísimo con mermelada casera. Hospitalidad 1..
Salimos después de desayunar y un chico nos escucha preguntar por hospedaje. Nos acompaña hasta uno y le negocia al dueño el precio por nosotros. Terminamos consiguiendo una piecita en un lugar hermoso, por muy barato. Hospitalidad 2. Después de que
nos instalamos, el mismo chico (que más tarde supimos que era el hijo de la ex alcaldesa) nos invita a conocerle Valle de Cocora con ellos. Nos copamos y fuimos con él en su camioneta… algo que yo viajando sola no podría aceptar nunca por razones de seguridad. Eran las 10 am y estábamos en este precioso lugar, una excursión que hay que pagar y nosotros estábamos haciendo gratis. Hospitalidad 3.. El viaje en la parte de atrás del camión ya fue toda una anécdota en sí misma. Lo que se ven son algunas fotos en ese valle.

Volvimos de ahí y este mismo chico nos invitó a tomar algo calentito a su casa… y su mamá a almorzar cuando escuchó que no habíamos comido.Hospitalidad 4 y vamos contando…
Muy lindo comer la comida “paisa” hecha en casa. El primer día ya fue excelente en Salento, y los 2 o 3 siguientes también fueron increíbles. Estuvimos reee tranquilos, charlando de la vida, tomando mate y riéndonos muchísimo en la habitación del hostal y las callecitas pintorescas del pueblo. Todas estas fotos que se ven, son ahí.
También nos matamos jugando al ajedrez y practicando guitarra. Sí, una cosa nueva a contar es que Mariano sabe guitarra y me estuve enseñando… aquí va el primer video de mi carrera artística (¿?).
Uno de los mejores momentos del tiempo que pasamos juntos, fue definitivamente una tarde que pasamos en el mirador. Subimos unos 200 escalones para sentarnos frente a este valle, tomar muchos mates y darnos el lujo de inventar una canción. Escribimos una canción super pegajosa que vamos cantando cada vez que podemos y ya muchos extranjeros nos dijeron que podría ser hit mundial (¡! Jajaja). Estamos copadísimos con registrar el tema! En serio. Como para coronar la tardecita, salió el arco iris… precioso. Como mis amigos!! Jajaja ya recibí varios comentarios de la platea femenina sobre mis compañeros de viaje. A no ilusionarse mucho, uno tiene novia y el otro sigue viajando por un buen rato.

